Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan. Y que en cambio, con las penas pasa al revés. Se achican. Tal vez lo que sucede, es que al compartir, lo que se dilata es el corazón. Y un corazón dilatado está mejor capacitado para gozar de las alegrías y mejor defendido para que las penas no nos lastimen por dentro...
1 comentario:
Contemplando a través de la ventana la lluvia,las sierras cercanas,la lucesita interior y la Serenata de Shubert que suavemente estoy oyendo,
me dan una sensación de intimidad...compartida.
Ese pequeño blog es profundo,verdadero y bello.
Si todos los que necesitan se animaran a compartir sentimientos,penas,alegrías y hasta lo cotidiano,cuanta tristeza menos habría.
Alfredo
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